Cuando pensamos en norias, siempre imaginamos aquella de metal, grande y llena de luces que corona casi cualquier parque de atracciones del mundo. Y es que sus orígenes fueron muy útiles para la agricultura, en la actualidad se ha convertido en un gran elemento de ocio.
Aunque la tecnología actual la ha dejado fuera de uso en sus aplicaciones agricultoras, la noria se ha quedado como un símbolo de progreso y evolución. Ahora, montándonos nosotros en ella, podemos rendir honor a tan increíble herramienta de trabajo.
¿Quieres conocer más de ella? Sigue leyendo y sorpréndete de lo impresionantes que son las norias.
¿Cómo es una noria?
La noria que puedes imaginarte, al menos la que tienen los molinos para transportar agua, no es muy diferente a las que aparecieron primero. Tiradas por animales, se utilizaba su gran fuerza para generar un movimiento constante y transportar el agua de una altura a otra.
Este tipo de noria se componía de dos ruedas, una horizontal y la vertical; la primera era la que el animal, por lo general un buey o un burro, movía. Al dar vueltas alrededor de la rueda y moverla, los engranajes de esta lograban que la rueda vertical también se moviese.
Y justo es esta la que nosotros conocemos como noria, aunque en realidad sea todo el conjunto. Este tipo de funcionamiento quedó en desuso gracias a los motores de vapor y la revolución industrial, pero el concepto de noria sigue siendo muy vigente en nuestros días.
Es justo en el sector del ocio donde más prosperaron el uso de norias. Desde la famosa London Eye de Londres hasta La Grande Rue de Paris, podemos disfrutar de las increíbles alturas que alcanzan y observar estas ciudades a vista de pájaro.
¿Por qué les gusta tanto la noria a los niños?
Y también a los no tan niños. Las norias son un icono en la cultura del ocio de la humanidad, siendo utilizadas en multitud de libros, series y películas para producir ciertas emociones y sentimientos.
En especial, a los más pequeño. Quizás los adultos ya estemos acostumbrados a las alturas, pero ellos no. Y es esa sensación de descubrimiento, curiosidad y, a veces, pánico, el que es tan atrayente para los niños y las niñas.
Nada más lejos de esa sensación, las norias son muy seguras. Pero el no parar de subir, el balanceo constante del asiento o cabina y las convierten en uno de los elementos de ocio favoritos de muchos chavales.
Cuando no la conocen y la descubren, alzan la vista maravillados. Quieren subirse, o quizás son los padres que tiene la ilusión de subir al niño. En cualquier caso, el cúmulo de emociones que va a vivir le hará experimentar sensaciones desconocidas.
Esta fascinación puede transformarse en un sentimiento muy poderoso, queriendo subirse a la noria una y otra vez. Es más, muchos niños querrán tener una en casa, siendo solo posible a través de norias de madera de juguete, funcionales y que podrán llevarse consigo.
¿Y a ti? ¿Te gustan las norias? ¿Tienes alguna historia o experiencia bonita que quieras compartirnos sobre ellas?